Entradas populares

lunes, 9 de abril de 2012

Consideraciones sobre el espejo


Consideraciones sobre el espejo


Por M:.M:.  Roberto Alba Monterrey


Todo el poder de la creación se fundamenta en la palabra. Según la tradición judía, Dios dijo de sí mismo: "EYEEH ASHER EHYEN","soy el que soy", aquel que no puede nombrarse, porque decir su nombre sería equiparable a ser él mismo. En la tradición hebraica, la palabra se convierte, en una fórmula de creación. Dar nombre es "hacer visible" porque solo existe aquello que puede nombrarse. Dios creó el mundo al ir poniendo nombre a las criaturas creadas.

Alá tiene noventa y nueve nombres y sólo quien llegue a descubrir el número cien logra la identidad de Alá, es asique en la religión musulmana  Dios no se puede dibujar; en la religión judía, no se puede nombrar. Son temas interesantes  mas aun si las Sephiroth (los diez nombres de Dios) son poderes o potestades divinas. "Dios deseó ver a Dios y tuvo que crear un espejo, su espejo, y creó el Universo." Desentrañar los secretos del Universo equivale a desentrañar el misterio de la divinidad.

Según la Cábala, todas las criaturas tienen una partícula de la divinidad que acabarán uniéndose a ella. Resulta muy similar a la doctrina griega conocida como apokatástesis (del gr. "apokatástasis", restablecimiento). Retorno de las cosas, en general o en particular para cualquiera de ellas, a su punto de partida, donde incluso las peores criaturas, al cabo de largas transmigraciones, acabarán por confundirse con la divinidad de que provienen.  EMET (palabra que ha de llevar escrita sobre algún lugar de su cuerpo la criatura para cobrar vida) significa "verdad" y esa palabra inspira la vida de la criatura creada de barro; MET significa "muerte", y adormece al Golem devolviéndolo al sueño de la materia. La palabra golem también se usa en la Biblia (Salmos 139:16) y en la literatura talmúdica para referirse a una sustancia embriónica o incompleta La E es la primera letra del alfabeto hebreo nombrada como Aleph, a la cual se atribuyen poderes mágicos.

En definitiva, la tradición judía sobre la creación artificial de vida se basa, casi exclusivamente, en el poder evocador de las letras.

Del mismo modo que Dios creó el Universo a partir de las veintidós letras, los hombres pueden repetir el acto creador si conocen las combinaciones adecuadas. En El primer capítulo del Génesis establece que Dios creó el mundo mediante diez expresiones o palabras: 1. "Haya Luz" 2. "Haya un firmamento por en medio de las aguas..." 3. "Acumúlense las aguas del firmamento en un solo conjunto..." 4. "Produzca la tierra vegetación..." 5. "Haya luceros en el firmamento..." 6. "Bullan las aguas de animales vivientes...." 7. "Produzca la tierra animales vivientes..." 8. "Hagamos al hombre..." 9. "Sed fecundos y multiplicaos..." 10. "Ved que os he dado toda hierba portadora de semilla..."
Si todo el Pentateuco - la Torá - se puede considerar como la plasmación del Pensamiento Divino, solo que expresado en una forma recóndita y altamente codificada, en él aparece prefigurada toda la estructura del Arbol de la Vida , que es a la vez un mapa del mundo, del ser humano y del mismo Dios en su aspecto manifestado, su espejo
El Árbol de la Vida contiene treinta y dos elementos esenciales: diez esferas o Sefirot y veintidós canales que las interconectan entre sí. Las diez esferas corresponden a estados objetivos del Ser: son los arquetipos de manifestación de lo Divino, que después se constituirán en modelo de todo lo existente. Los veintidós canales ponen en comunicación las esferas o niveles, integrándolos en un conjunto orgánico. Están en correspondencia con las veintidós letras del alfabeto hebreo y podemos preguntarnos cuál es el sentido de una atribución tan curiosa. ¿Qué tiene que ver un cable, un instrumento de transmisión energética, que es la idea de un canal, con un elemento lingüístico, tal como una letra, que permite estructurar los sonidos en palabras comprensibles? para descubrir el significado y uso de las letras del alfabeto hebreo es necesario  el uso de un antiguo y enigmático libro, el Sefer Yetzirá, que trata justamente de la Creación y de las letras, y al que los estudiosos han intentado arrancar sus secretos durante al menos los casi dos milenios de su versión escrita.

Es precisamente en el Sefer Yetzirá en donde aparecen por primera vez claramente expresados los treinta y dos elementos de la Creación, separados en dos grupos: diez Sefirot y veintidós letras, divididas éstas, a su vez, en tres conjuntos de tres letras madres, siete dobles y doce simples, respectivamente.

El Sefer Yetzirá pretende ser una explicación del primer capítulo del Génesis y esta estructura se encuentra codificada en él de la siguiente manera: treinta y dos veces aparece mencionado el nombre Elohim, traducido como Dios. Las diez palabras explícitas de Dios, es decir, las diez veces en que directamente aparece la expresión: "Dijo Dios", y que han sido enumeradas al principio de este artículo, corresponden a las diez sefirot o esferas. Hay siete veces en las que se dice que "Dios vió", lo cual corresponde a las siete letras dobles , tres veces se menciona que "Dios hizo", lo cual alude a las tres madres. Por último, en doce ocasiones se describen otras acciones divinas, en consonancia con las doce letras simples restantes. También en el Arbol de la Vida, en su diseño actual comúnmente aceptado, aparecen siete canales verticales, tres horizontales y doce oblicuos.

La Biblia es un libro a la vez abierto y cerrado,  es abierto porque está escrito en un lenguaje "corriente", usando imágenes y realidades corpóreas espacio-temporales en un sentido simple y coherente, que cualquier persona es capaces de comprender. Pero existen otros niveles de interpretación, alegórico, metafísico y místico, que permanecen sellados - insospechados incluso - porque son la plasmación en escritura y letra viva del Pensamiento Divino creador. Es evidente, entonces, que lo que se está narrando, en el primer capítulo del Génesis por ejemplo, no es ni siquiera la estructura de un mundo, sino la esencia de todos los mundos, que se hallan contenidos en estado arquetípico o ideal en el Pensamiento Divino, muchas cuestiones de orden metafísico quedan sin aclarar en la narración del primer capítulo del Génesis y es necesario recurrir a su interpretación esotérica para intentar dilucidarlas: al Sefer Yetzirá, y también a otros textos, como el Zohar, etc. Por ejemplo, ¿ cómo debemos interpretar el hecho de que Dios "hable" y que, como resultado de esas palabras, tenga lugar la Creación? ¿Debemos imaginarle como un monarca absoluto que expresa su voluntad e inmediatamente se realiza su deseo? Pero, ¿por quién y cómo? ¿Qué ministros ejecutan Su voluntad, si éstos pertenecen al dominio de lo creado? ¿Sobre qué sustancia actúa la palabra de Dios? ¿Sobre el "vacío"? ¿Sobre una materia preexistente? ¿En qué consiste el paso de la nada al ser?
El Sefer Yetzirá, nombre que, por cierto, significa "Libro de la Creación " (o, más literalmente, de la Formación), intenta responder a algunas de estas cuestiones, tratando de establecer en qué consiste el acto creativo y cuál es la mecánica de la creación. Y esto lo hace analizando el despliegue del Pensamiento Divino, primero en números y letras, y luego en nombres, empezando por el propio Nombre de Dios, que es el arquetipo fundamental, ya que las palabras - los nombres - son la esencia de las cosas y dan lugar a ellas.
"Bereshit Bará Elohim Et HaShamaim VeEt HaAretz."
En-principio creó Dios - los-cielos y- la-tierra
Los cabalistas interpretan este primer versículo del Génesis de la siguiente manera: Elohim, el Nombre Divino utilizado, no es sino un aspecto de la Deidad manifestada, particularmente referido a Biná, el Entendimiento o Inteligencia Divina, que es la tercera Sefirá. En la frase en cuestión no está como sujeto, sino como objeto directo, siendo, pues, el resultado de la primera acción "creativa". Por otra parte, la preposición "B-" en hebreo, puede traducirse como "con", y no sólo como "en". Reshit, principio, es otro nombre de la segunda Sefirá, la Sabiduría. Y el verdadero sujeto de la frase, que sería la primera Sefirá, La Voluntad Divina o Corona, prácticamente identificada con el Infinito o Absoluto de la Deidad, aparece tan sólo implícita, místicamente aludida en el versículo. El resultado final sería el siguiente: "Por medio de la Sabiduría, el Misterioso Incognoscible (bendito sea su Nombre) creó a Elohim..." También el Sefer Yetzirá comienza con operaciones que tienen lugar en el propio seno de la Deidad, como son el acto de "grabar su Nombre", para después proyectar el mundo; y así, su primer párrafo, con insuperable potencia expresiva, además de con la precisión técnica que requiere su objetivo (el ser un manual de meditación, o, mejor dicho, de conexión, tal como explicaremos luego) hace la siguiente lectura del primer versículo del Génesis:

"En treinta y dos senderos secretos de Sabiduría, grabó YaH, Y/H/V/H Tsebaot, Dios de Israel, Dios (Elohim) de Vida y Rey del Universo, Dios Todopoderoso (El Shaddai), clemente y misericordioso, elevado y sublime, habitante eterno del arriba y Santo, su Nombre y creó su Universo con tres sefarim (numeraciones): el número, la letra y la narrativa. Diez Sefirot del vacío y veintidós letras fundamento: tres madres, siete dobles y doce simples."
Sólo sobre este párrafo se podría escribir todo un libro, y lo mismo, por supuesto, sobre el primer versículo del Génesis, lo cual, por cierto, ya se ha hecho (en el Zohar, por ejemplo). Hemos añadido los subrayados para enfatizar los dos momentos del despliegue Divino a los que nos referimos antes y que, en lenguaje cabalístico, corresponden a dos mundos o niveles completos de manifestación: el mundo de las emanaciones o Atzilut, en el que Dios graba su Nombre, y el mundo de la Creación propiamente dicha, Briá en hebreo.
Es decir, que por medio de 32 elementos, el principio absoluto, el Infinito e incognoscible, graba su Nombre - proyecta una imagen/forma de Sí mismo, lo que constituye la esencia interna de la Luz y la energía pura de su Pensamiento - y crea su mundo: todo el universo manifestado. Y lo hace mediante tres sefarim o modos de manifestación: 1.Números o Sefirot, que determinan la cantidad o intensidad de la energía (no por disminución, sino por diferenciación); 2.Letras o moldes metafísicos, que determinan la cualidad de la misma, y 3. La combinación de ambas en narrativa o sonido compuesto: palabras moduladas en intensidad por los distintos filtros sefiróticos.
¿Cuáles son estas Sefirot o números primordiales? El Sefer Yetzirá las enumera: La primera, el dominio de la Unidad, es el Espíritu del Dios Vivo (Rúaj Elohim Jayim) del que se dice que es la Vida de los mundos, la Voz, el Aliento y la Palabra, y que éste es el Espíritu Santo.
La segunda, que procede de la primera, es el aire espiritual, en el que son grabadas y cinceladas las veintidós letras como concreción del hálito divino, es decir, de la propia fuerza creativa de la Deidad. Las letras no son nada sin ese hálito único que las anima: el Rúaj haKódesh o Espíritu Santo. O, por decirlo aún de otra forma, las letras son los moldes metafísicos o vasijas que contienen y expresan la energía viva (Luz) del Espíritu Divino.
Es cuanto
V\La Paz invierno de la e\v\

No hay comentarios:

Publicar un comentario