Ley de la paradoja "Universo
no es, sin embargo es"
M\M\Roberto
Alba
Extraido del "Kybalión"
Ésa es la
paradoja del Universo, la que resulta del principio de polaridad, principio que
se manifiesta cuando el TODO empieza a crear.
"El sabio a medias, reconociendo la
irrealidad relativa del Universo, se imagina que puede desafiar sus leyes, ése
no es más que un tonto vano y presuntuoso, que se estrellará contra las rocas y
será aplastado por los elementos, en razón de su locura.
El verdadero sabio conociendo la
naturaleza del universo, emplea la Ley contra las leyes: las superiores contra
las inferiores, y por medio de la alquimia transmuta lo que no es deseable, en
lo valioso y de esta manera triunfa.
Ser iniciado consiste, no en sueños
anormales, visiones o imágenes fantasmagóricas, sino en el sabio empleo de las
fuerzas superiores contra las inferiores vibrando en los más elevados planos,
por ello la transmutación (no la negación presuntuosa), es el arma del
Maestro".
Aunque para el TODO infinito el Universo, sus leyes, sus poderes,
su vida, sus fenómenos, son como cosas contempladas en el estado de meditación
o ensueño, el Universo debe ser tratado como real, y la vida, las acciones y
los pensamientos deben estar basados en ello, acordemente, si bien se tenga un
claro conocimiento y realización de la Verdad Superior cada uno respecto a su
propio plano y leyes.
Si el TODO hubiera imaginado un Universo real sería desastroso
para este, porque entonces no podría ascenderse de lo inferior a lo superior,
el universo se habría convertido en una cosa fija, inmóvil y el progreso
resultaría imposible. Y si el hombre, por su parte, debido a su semi-sabiduría,
actúa y vive y piensa en el Universo como si fuera un sueño (parecido a sus
propios ensueños a finitos), así se convertirá efectivamente para él, y, al
igual de un cadáver que caminase, se encontrará dando vueltas y más vueltas en
un círculo, sin hacer el menor progreso y siendo forzado por último a
despertarse y vivir por las leyes naturales que él hubiera olvidado. Conservad
siempre la mente fija en la Estrella, pero mirad donde ponéis los pies, no
vayáis a hundirlos en algún abismo. Recordad la paradoja divina que afirma que
si bien el "Universo no es, sin embargo es". Recordemos siempre los
dos polos de la verdad: lo absoluto y lo relativo. Guardémonos de las verdades
a medias.
Las escrituras herméticas están llenas de toda clase de
referencias respecto a esa paradoja que se descubre en todos los problemas de
la Vida y del Ser. Los maestros están siempre batallando para impedir que sus discipulos
omitan el "otro lado" de cualquier cuestión, y sus recomendaciones se
dirigen especialmente a los problemas de lo absoluto y de lo relativo, que
tanto confunden a los estudiantes de filosofía, y que obligan a tantos a obrar
y a pensar contrariamente a lo que se conoce como "sentido común".
Es necesario recomendar el que se aseguren de haber comprendido
bien la paradoja divina de lo absoluto y lo relativo, evitando el ser
hipnotizados por el falso miraje de la verdad a medias o semi-verdad.
La primera idea que se le ocurre al pensador que ha comprendido y
realizado la verdad de que el Universo es una creación mental del TODO, es la
de que el Universo y todo cuanto éste contiene son una pura ilusión, una
irrealidad, contra cuya idea se revuelve instantáneamente. Pero esto, al igual
de otras grandes verdades, debe ser considerado desde los puntos de vista
absoluto, el Universo es, por supuesto, una ilusión, un sueño, una
fantasmagoría, si se compara con el TODO en sí mismo. Esto lo reconocemos
nosotros mismos cuando hablamos del mundo como de un sueño, que va y viene, que
nace y muere, desde el momento que todo lo que es mudable, que cambia, que es
finito e insubstancial, debe estar ligado a la idea de un Universo creado,
cuando se compara con el TODO mismo, no importando cual puede ser nuestra
creencia respecto a la naturaleza de ambos.
Filósofos, metafísicos, científicos y teólogos, todos están de
acuerdo sobre ello, y esta concepción se encuentra en todos los sistemas
filosóficos y religiosos, así como en las respectivas teorías de las escuelas
metafísica y teológicas.
Las enseñanzas herméticas no predican la insubstancialidad del
Universo en términos más fuertes que los que os son más familiares, aunque la
exposición del asunto pueda pareceros algo más contundente. Todo cuanto tenga
un principio y un fin, en cierto sentido debe ser irreal e ilusorio, y el
Universo se encuentra en este caso, sea cual sea el sistema de las escuelas de
pensamiento. Desde el punto de vista absoluto nada hay real excepto el TODO, no
importando los términos que empleemos al pensar sobre ello o al discutirlo.
Bien sea que el Universo haya sido creado de materia, o bien que sea una
creación mental en la mente del TODO, es insubstancial, mudable, sujeto al
tiempo, al espacio, al cambio. Debemos comprender y sentir bien esto antes de
pensar y examinar la concepción hermética de la naturaleza mental del Universo.
Examina cualesquiera otras concepciones, y ved si existe alguna que no lo
admita.
Mas el punto de vista absoluto muestra únicamente un solo lado de
la cuestión, siendo el otro el aspecto relativo de la misma. Las verdades
absolutas han sido definidas "como las cosas, tal como las conoce y las ve
la mente de Dios", mientras que las verdades relativas son "las cosas
tal como la más elevada razón del hombre las comprende". Y de esta manera,
mientras que para el TODO el Universo debe ser ilusorio e irreal, un simple
sueño o resultado de la meditación, sin embargo para las mentes finitas que
forman parte de ese Universo, y mirando a través de las mortales facultades, el
Universo es ciertamente real, y así debe ser considerado. Al reconocer así el
punto de vista absoluto, no cometeremos el error de ignorar o negar los hechos
y fenómenos del Universo, tal como se nos presentan antes nuestras facultades
mortales: no somos el TODO, recordémoslo.
Para emplear ilustraciones familiares, podemos reconocer el hecho
de que la materia "existe" para nuestros sentidos, y haríamos muy mal
si así no lo reconociéramos. Y, a pesar de ello, nuestra mente finita reconoce
la verdad científica de que no hay tal materia desde el punto de vista de la
ciencia, y que lo que llamamos materia no es más que un agregado de átomos,
átomos los cuales a su vez, no son más que unidades de fuerza agrupadas que
llamamos "electrones" o "iones", vibrando constantemente
con movimiento circular. Golpeamos una piedra y sentimos el impacto, parece ser
real, y, a pesar de ello, sabemos que no es más que lo ya expuesto.
Per recuerden que nuestro pie, que siente el golpe mediante la
intervención del cerebro, es similarmente materia constituida por electrones, y
por que de esa materia está hecho también nuestro cerebro. Y, por último, si no
fuera por la mente, no sabríamos nada ni del pie ni de la piedra absolutamente.
Además, el ideal que un artista o un escultor tratan de reproducir
en el mármol o en el lienzo les parece muy real. Igualmente sucede con los
personajes que crea la mente de un autor teatral, quien trata de expresarlos
para que los demás puedan reconocerlos. Y si esto fuera cierto en el caso de
nuestras mentes finitas, ¿cuál sería el grado de realidad de las imágenes
mentales creadas en la mente del Infinito? ¡Oh, para los mortales este universo
de mentalidad es ciertamente muy real! Es el único que jamás podremos conocer,
aunque nos elevemos de plano en plano, cada vez más alto. Para que lo
pudiéramos conocer de otra manera, por experiencia actual, tendríamos que ser
el TODO mismo. Es muy cierto que, cuanto más nos elevamos en la escala, tanto
más cerca nos encontraremos de la mente del Padre y tanto más evidente se hace
la naturaleza ilusoria de las cosas finitas, pero hasta que el TODO no nos
absorba finalmente dentro de Él mismo no se desvanecerá la visión.
De manera, pues, que no necesitamos basarnos en esa ilusión.
Reconozcamos mas bien la verdadera naturaleza del Universo y tratemos de
comprender sus leyes mentales, esforzándonos en emplearlas en la forma más
efectiva para nuestro progreso ascendente en toda la vida conforme vamos
viajando de un plano a otro del ser. Las leyes del Universo no dejan de ser
"leyes de hierro" porque sean de naturaleza mental. Todos excepto el
TODO, están sujetos a ellas. Lo que está en la infinita mente del TODO es real,
solo un grado menos que la realidad misma que constituye la naturaleza del
TODO.
No nos sintamos, pues, inseguros o temerosos; sintámonos
firmemente sostenidos en la mente infinita, y nada existe que pueda dañarnos o
causarnos miedo. No hay poder alguno fuera del TODO que pueda afectarnos.
Podemos permanecer tranquilos y seguros. Y en esta realización, una vez
alcanzada, existe una plenitud de seguridad y calma. Entonces dormiremos
serenamente sobre la firmeza inconcebible de lo Profundo, y descansaremos
seguramente sobre el Océano de la mente Infinita que constituye al TODO. En Él,
ciertamente, vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser.
La materia no es menos materia para nosotros mientras
permanezcamos en ese plano, aunque sepamos que no es más que un agregado de
partículas de fuerza, o electrones, que vibran rápidamente, girando unas en
torno de otras, en la formación de los átomos. Los átomos, a su vez giran y
vibran y forman así las moléculas, y la agrupación de estas últimas componen
las grandes masas de materia. Y no será menos materia por el hecho de que,
cuando avancemos en nuestra investigación, sepamos que la fuerza, cuyas
unidades son los electrones, no son a su vez más que unidades de manifestación
de la mente del TODO, y que como todo lo demás en el universo es puramente
mental en su naturaleza. Aunque en el plano de la Materia tenemos que reconocer
sus fenómenos, podemos dominarla, aplicándoles las fuerzas superiores.
Cometeríamos así una locura si negáramos la existencia de la materia en ese
aspecto relativo. Podemos, sí, negar su dominio sobre nosotros; está bien, pero
no debemos intentar ignorarla en su aspecto relativo, por lo menos mientras
vivamos en este plano.
Es cuanto \V de La Paz, Otoño de la E\ V \
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