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martes, 10 de abril de 2012

Consideraciones sobre el Rito de York


El Autoengaño



M\M\Roberto Alba

El rumbo equivocado, peligroso,  que seguimos los seres humanos depende en gran medida de la curiosa capacidad de engañarnos a nosotros mismos, una capacidad que nos permite eludir los hechos que consideramos amenazadores y sumergirnos así en la inconsciencia, en su negación.
No es de extrañar que el inconsciente (nuestros miedos, deseos) distorsione las cosas y nos obligue a aceptar una visión sesgada de los hechos cuyo objetivo consiste en persuadir a nuestro consciente de que emprenda o no, un determinado curso de acción. El inconsciente puede manipular al consciente de igual modo que lo hace un titiritero con sus marionetas. El que lo logre o no y en qué medida, depende de nuestro grado de conciencia y amor por la verdad, más allá de los miedos, deseos y obcecaciones que nublan la visión de la realidad.
Somos muy proclives a apartar de nuestra mente los hechos que nos resultan desagradables. De ese modo, las verdades dolorosas quedan sumidas en una laguna de supuesta indiferencia. En muchos casos es una natural autodefensa, pues aún no estamos preparados para hacerles frente, para aceptar esas verdades. Pero la única forma de evitar la repetición de ciertos hechos consiste en tomar conciencia de aquello que hacemos y que nos perjudica, con el fin de corregir el rumbo que llevamos, aunque este sea un proceso lento por el cambio de hábitos que requiere. El coraje o el valor sería siempre virtud muy necesaria para avanzar sana y positivamente en la vida, a través de las nieblas y la oscuridad que generan las mentiras, la ilusión y la ignorancia.
Si bien es cierto que cuando la verdad desgarra los velos que nos mantienen a salvo de la información dolorosa, la exposición a ella puede resultar peligrosa. Y es que una intervención “quirúrgica” puede empeorar las cosas, aunque su origen haya sido precisamente dar solución a una situación dolorosa. Comprendemos cuan necesario es rescatar el arte de la diplomacia para no herir innecesariamente a nadie. Verdaderamente el equilibrio existente entre la eliminación de los velos protectores y el ocultamiento de las verdades dolorosas, resulta muy sutil y difícil, toda una ciencia y un arte, que nos vendría muy bien aprender y recuperar.
Somos capaces de imponernos en cosas tan  cotidianas como  la cadena de unión? Recordemos nuestro Lindero XXII, que específicamente nos habla de la igualdad entre los MM:., y que "en la Logia, el mérito genuino recibirá mas respeto que las ilimitadas riquezas; que la virtud y la inteligencia solamente, deben ser los honores masónicos recompensados con preferencias". Parece que estamos entrando en un autoengaño
El impulso a oscurecer los hechos se deriva de la necesidad de conservar la integridad del yo, (la idea falsa que nos hemos hecho de nosotros y del mundo), tanto a nivel individual como  a nivel colectivo. De este modo, el grupo puede exigir implícitamente a sus miembros que sacrifiquen la verdad en aras de una ilusión que se persigue o se cree alcanzar. Por esto, el extraño se convierte para miembros del grupo en una amenaza potencial, aunque lo único con lo que pueda amenazarlos sea con la verdad, una verdad cuya simple formulación constituye, en el caso de socavar las ilusiones compartidas, una auténtica traición al grupo. Tema que nos recuerda la exposición del gran filósofo Platón, en el “mito de la caverna”. El también nos relata a través del mismo, que los hombres viven engañados tomando por realidad la simple ilusión de los sentidos.
Nos causara daño personal el insistir en trabajar en Rito de Emulacion? No es acaso la razón primigenia que llevo a la constitución de la GLRYB?¿Qué podemos hacer entonces? A pesar de la cautela, debemos actuar. Porque cuando nos dejamos guiar por una sensibilidad afectada por la “ceguera” y distorsionada por la necesidad imperiosa de omitir las verdades, estamos acelerando nuestra marcha hacia el desastre. Sino vemos por nosotros mismos el “cataclismo interno”, nos lo harán ver y concienciar,  a través de acontecimientos externos que ocurrirán fuera como destino.
Si queremos llegar a descubrir nuestro camino, debemos estar dispuestos a escuchar las verdades. Nuestra mejor esperanza consiste en atender a la voz clara e inconfundible de quienes son más lúcidos, más sabios. Cosa que únicamente la humildad permite reconocer, aceptar y valorar. No podemos permitir que el miedo paralice constantemente nuestra acción y nos impida ver y decir cómo son realmente las cosas. Necesitamos el consejo que brota de la visión interior, de la sabiduría, sólo está podrá ayudarnos en nuestra “ceguera”, guiándonos poco a poco, entre los espejismos, más allá de las nieblas de nuestra ignorancia o autoengaño.
La idea de que la ansiedad reduce la atención no es nueva. Bloquea el proceso de cognición y nos hace confundir lo que sentimos con lo que sucede. Durante el estado de ansiedad, la atención queda atrapada en la fuente de la amenaza y obstaculiza nuestro rendimiento general. Pero recordemos algo muy importante, es nuestra interpretación de los hechos, la que puede terminar convirtiéndolos en una fuente de estrés. Lo realmente importante no es el suceso en sí, sino su significado para nosotros.  De ahí que resulte tan importante el cultivar una actitud filosófica, atenta y valiente ante la vida. Dispuestos a aprender algo, de todo lo que nos acontezca,   para ir creciendo, mejorando como personas. Y transformando con voluntad todo aquello que sea necesario.      
La ansiedad  y la  autoestima desempeñan el mismo papel tanto a nivel colectivo como individual, ambas distorsionan la realidad en aras de disminuir la ansiedad y mantener alta la estima. Este mecanismo de defensa psicológico nos ayuda a enfrentar la realidad con una actitud más segura, pero sería más sano conseguir relacionarnos con esa realidad sin autoengaños.  
Porque somos impasibles ante la falsedad, porque permitimos que  nos quiten  la practica del Rito de emulación y no somos capaces de no decir nada? Huir de la ansiedad amputa parcelas enteras de nuestra conciencia y crea así, innumerables puntos ciegos. El budhismo describe esta distorsión de la mente calificándola  como moha, “la ilusión”, “la neblina mental que nos lleva a percibir erróneamente los objetos de conciencia”. Nos explica que la ilusión oscurece la verdadera esencia de las cosas y en tanto que “atención torpe”, nos proporciona una falsa perspectiva que nos lleva a malinterpretar todas nuestras experiencias. Afirmando, por todo ello, que la ilusión es la raíz de todos los “estados mentales insanos”. La cura de la ilusión es “panna”, que significa “visión profunda”, es decir, ver las cosas tal como son, algo que, en términos de nuestro modelo de la mente, implica una comprensión que no se halle distorsionada por el impulso defensivo de evitar la verdad.
El Budhismo enseña que no es posible ver con claridad la realidad, sin antes purificar nuestra mente y nuestras emociones de la oscuridad que la empaña. Mientras “la mente capta las cosas tal como le parece que son, (como ella es), y no como son realmente”. La causa estaría en la rigidez de nuestros pensamientos y supuestos, en nuestro apego al yo personal, en las emociones que distorsionan con nuestro gusto y disgusto la apariencia de las cosas.
La mente colectiva es tan vulnerable al autoengaño como la mente individual. Las zonas oscuras de un determinado colectivo son el simple producto de los esquemas compartidos por sus miembros. De este modo las regiones de la experiencia que quedan fuera de la mente individual, también serán anuladas de la mente colectiva. Por esto los problemas sociales son la suma de los problemas individuales no resueltos.
Vivimos en tiempos difíciles, peligrosos, una época en la que el autoengaño se está convirtiendo en una cuestión cada vez más apremiante y nos obliga a enfrentarnos a retos urgentes, si queremos evitar la catástrofe, el deterioro general de nuestro planeta, la hambruna, que se extiende debido a la superpoblación entre otras cosas, las injusticias sociales y mundiales, debidas al egoísmo y la ambición de unos pocos.
Es fundamental esforzarnos día a día, con fe y perseverancia, en poner un poco más de luz, dentro y fuera, manteniendo la atención y la conciencia presentes, aprendiendo de todo lo que nos sucede, dirigiéndonos hacia la salida de la “caverna”, como diría el divino Platón.   
Es cuanto
V de  La Paz, invierno de la E:.V:.

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