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lunes, 9 de abril de 2012

PERCEPCIONES SOBRE EL METODO


PERCEPCIONES SOBRE EL 


MÉTODO


Por M:.M:. M:.  Roberto Alba

Tomado de metafísica Masonica de Lavanini
En su análisis del hombre, los cabalistas encontraron que, mano a mano con el cuerpo físico, el hombre tenía una conciencia-deseo automática, o formadora de hábitos, que le daba ímpetu y voluntad en ciertas condiciones. Se cuidaba de las funciones de su organismo al cual raramente se prestaba atención consciente, tales como la circulación de la sangre, el latir del corazón, y los involuntarios movimientos del diafragma que producen la inspiración y espiración de la respiración. También notaron la facultad e la razón y de la crítica, el poder por el cual un hombre va desde las premisas a la conclusión. Y, por encima y más allá de todo esto, estaba la entidad espiritual que usaba este cuerpo, que utilizaba este deseo y esta conciencia racional.
Debería también estar bastante claro para el análisis corriente, que en el hombre aparecen estas tres “vidas” distintas. Para explicar el párrafo anterior en una forma ligeramente diferente, podemos decir que hay: la vida del cuerpo, con su multitud de deseos e instintos, y con toda la maravillosa maquinaria del cuerpo en funcionamiento. Algunos cabalistas han denominado a este aspecto del hombre la “Nephesch”, el alma animal –sin redimir-. Después está su personalidad –la “Ruach”, un “YO” constantemente cambiante e inquieto, que conocemos y por el cual somos conscientes de nosotros mismo. Finalmente, una conciencia superior, trascendiendo a todas éstas y abarcándolas al mismo tiempo, es la “Neschamah”, el Ego Verdadero.( Tomado de  Adam Kadmon de ISRAEL REGARDIE)
De igual manera para que el trabajo de logia cobre todo su sentido debemos viajar hermenéuticamente hacia el sentido profundo y revelador de todos los símbolos que nos rodean en este lugar que es el taller. Esto es así porque cuando emprendemos este viaje, adonde nos encaminamos en realidad es hacia nuestro centro, hacia nuestro ser interno, y para ello tenemos que traspasar con nuestra meditación la vulgar, profana, cotidiana, aparente, inmediata y superficial comprensión de las cosas.
No es fácil adquirir esta actitud mental que intente permanentemente dilucidar el misterio de lo que nos rodea, porque para ello tendremos que poner en cuestión nuestras más arraigadas maneras de enjuiciar, valorar, comprender y mirar al mundo. Estamos tan adheridos, acoplados, habituados a él y tan ancladas están estas maneras que ni siquiera sospechamos que estén ahí y que nos están determinando.
Esto se debe en gran medida al lenguaje que estructura nuestra forma de expresarnos en cada momento, pero que también ha venido conformando, a lo largo de toda nuestra vida, nuestra manera de pensar y de comprender desde la cual nos expresamos. Cada palabra tiene un sentido que le viene bien a lo que queremos expresar, pero todas ellas tienen su propia biografía que, al remontarla, nos revela el original motivo humano que le dio nacimiento, es decir, que cuando buscamos sus orígenes es cuando volamos hacia el nuestro.

La hermenéutica no es la manera normal y habitual de abordar las cosas, sino una forma de mirarlas a la cara para ver sus razones, su biografía a través de su huella por la historia; pero, para ello, es necesario denunciar lo acomodados que nos encontramos en nuestra mundanidad, caídos, diseminados, esparcidos, difuminados, en cada trocito de mundo que consumimos, y llamar también la atención sobre lo escondido que está  aquello cuya realidad ignoramos y que constituye el tan bien guardado secreto masónico.

En resumidas cuentas lo que quiero decir es que la actitud hermenéutica, iniciática ante las cosas y ante nosotros mismos, consiste en un mirar a "las cosas mismas" para que nos revelen su misterio, su esencia, porque de esta forma descubrimos la estructura de nuestro verdadero ser, nuestras genuinas y profundas intenciones y motivaciones. Pero ¿cómo se mira a "las cosas mismas"? ¿cómo es la mirada que mira a "las cosas mismas"?

Al igual que la escritura jeroglífica egipcia tenía intencionadamente tres niveles de interpretación, el método masónico, así como todos los elementos que lo componen, también deben ser entendidos como expresándose en tres planos de trabajo íntimamente ligados entre sí:
El significado cotidiano
El significado simbólico
El significado iniciático
El primer significado es el de uso cotidiano. Por ejemplo, el GUARDA TEMPLO es la persona encargada de abrir y cerrar la puerta del recinto y de asegurarse de que nadie merodea por allí. Es la misma función que la del portero de un cine. Todos los elementos que componen el templo tienen un significado convencional, llano e inmediatamente funcional, Todos los cargos de logia, por ejemplo, cumplen una función que se justifica a sí misma por su necesidad para que el grupo funcione correctamente. También encontramos muchos otros elementos que no son usados en el taller (salvo en iniciaciones) como lo son en la vida profana. El significado llano e inmediato de estos otros elementos, por ejemplo: el cincel, la escuadra, el compás, etc., es que son unos instrumentos de reflexión, unos símbolos que evocan un pasado de la institución, porque así lo hemos convenido. Desde el primer día nos dicen que todos esos instrumentos, figuras y objetos que decoran el taller son meros símbolos y, por lo tanto, así los consideramos sin que, por el momento, tengamos que averiguar qué sentido específico tiene cada uno de ellos.
El significado simbólico es el segundo nivel de interpretación. Todos los componentes de una logia, es decir, los cargos, las herramientas, las decoraciones, las luces, el suelo, el techo, etc., admiten una interpretación que se deriva de su apariencia y uso llano y que encaja dentro de una metáfora o modelo de comprensión del mundo y del ser humano. Existen varios modelos:

El modelo macro cósmico
El modelo micro cósmico
El modelo arquetípico

La función de este segundo nivel de trabajo es:
1. Disponer de un metasistema de referencia que nos permita tener una comprensión coherente del mundo y de nosotros mismos que satisfaga las exigencias representativas de nuestro intelecto y la búsqueda de soluciones a los interrogantes y problemas que plantea la vida.
2.  Predisponer nuestro ánimo para la aceptación de los cambios conductuales y actitudinales que nuestra comprensión nos aconseje.
3. Aumentar nuestras capacidades creativas gracias al entrenamiento de nuestro pensamiento analógico.
4. Establecer las estructuras mentales necesarias que permitan el florecimiento de las transmutaciones iniciáticas que se operan en el tercer nivel de trabajo.
5. Facilitarnos una metodología (la hermenéutica) que nos sitúe de manera correcta en la apropiada disposición de nosotros mismos.
El tercer plano de interpretación o de trabajo del método iniciático es propiamente el INICIÁTICO. Todo el propósito del método se resume en conseguir el más radical gobierno de nuestras más auténticas posibilidades de ser: AUTODETERMINACIÓN, AUTORREALIZACIÓN, EL SER HUMANO INVENTÁNDOSE Y CONVIRTIÉNDOSE EN SU MÁS GENUINA ORIGINALIDAD, LA MÁXIMA EXPRESIÓN DE LA LIBERTAD. Esto conlleva necesariamente la remoción de los complejos, los prejuicios, los apriori, las inclinaciones, la vulgar comprensión de las cosas originada por las habladurías y la consustancial ambigüedad en la que nos sumen estas. En definitiva, derribar todas aquellas barreras, todos aquellos barrotes que nos tengan prisioneros en una determinada actitud y disposición ante la vida que no por no ser conscientes de ellas nos impiden menos tomar posesión de nuestro SER, antes bien todo lo contrario.
En este nivel de trabajo actuamos con todas nuestras instancias psíquicas, con todas nuestras capacidades. Nuestras áreas intelectiva, afectiva y motivacional son puestas bajo la estrecha supervisión de nuestra consciencia, pero todas están acción. En este nivel ya no se trata solamente de una actividad puramente intelectual como en el anterior nivel en el que el objeto de trabajo era tematizado y manipulado desde la distancia, desde la abstracción. Ahora el objeto de trabajo somos nosotros mismos y nos vemos involucrados con nuestra totalidad. Es la puesta en marcha consciente de nuestra propia recursividad mental levantando un torbellino interior. Pero atención, y esto es lo más importante: no cualquier actividad de nuestro pensamiento, ni cualquier afecto que experimentemos, ni cualquier motivo para ponernos en acción pueden servir para alimentar esta turbina. Es el trabajo iniciático el que nos ayuda a separar el grano de la paja, sutilmente y con gran prudencia, en este erial confuso que es el mundo en que vivimos.
Es evidente que, durante los trabajos de logia, estos tres niveles de interpretación se dan simultáneamente, oscilando nuestra consciencia de uno a otro o viviéndolos a la vez. La dimensión ritualística juega aquí un papel primordial porque saca los elementos simbólicos de un contexto puramente representativo para situarlos en una escena real, en tres dimensiones, lo que permite que resuenen en nuestra psiquis con toda la potencia y eficacia de una vivencia. Pero es importante diferenciar qué es lo verdaderamente iniciático del método iniciático para no confundirlo con lo que solamente es simbólico o llano, porque el análisis hermenéutico cobra auténtica funcionalidad en el orden iniciático que es el trascendente. Por eso hay que destacar y recalcar la dimensión "vivencial", "experiencial" de lo iniciático para distinguirla de lo simplemente teórico aunque sea este nivel teórico el que nos construya la alternativa de la vivencia iniciática y haga las presentaciones.
Con esta pequeña introducción al método del método, que no es más que una interpretación del VITRIOL, quedamos advertidos de cómo mirar y donde mirar para qué ver, en esta alucinante tarea de descubrirnos trabajando en el método masónico
Es cuanto
V\ de La Paz  invierno de la e\ v \

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